Antxoas con crema de centollo en Bar Txepetxa
Siendo estudiante de cocina a principios de los años noventa, pocas cosas mostraban un espíritu tan inclusivo y cosmopolita como el deporte y la cocina. En ese momento, en un contexto en el que la ilusión por la gastronomía se dispersaba por todas las comisuras de una ciudad necesitada de aligerar las permanentes tensiones de la época, irrumpían con fuerza programas de radio, artículos sobre restaurantes, reportajes, libros, ferias y concursos que designaban a los mejores jóvenes cocineros, señalaban a los más finos entusiastas de las sociedades gastronómicas y aplaudían las sobresalientes tortillas de patatas domésticas. Seguir leyendo el artículo completo